La antigua liturgia de Jerusalén

Escrito por Adrian Fortescue. Transcrito por Joseph P. Thomas.
Traductor (español): Domingo Latorraca Donato – 14/outubro/2007. 

El Rito de Jerusalén es el de Antioquía. Es decir, la liturgia que se hizo famosa por ser la utilizada por la iglesia del patriarca de Antioquía. Gracias a la influencia de esa iglesia, el Rito de Jerusalén se extendió por Siria y Asia Menor. Este hecho sirvió como punto de partida para el desarrollo del rito Bizantino que, en su origen, fue la liturgia original de Jerusalén, no de Antioquía. Y no es otra que la famosa liturgia del Apóstol Santiago. Que fuese realmente compuesta por el Apóstol Santiago el Menor, como Primero Obispo de Jerusalén, no lo cree nadie hoy pero dos de sus fórmulas demuestran que era utilizada originalmente como el rito local de la ciudad de Jerusalén.

Existe una referencia a la Cruz entre las oraciones para los catecúmenos —“Levanten el cuerno de los cristianos por el poder venerable y salvador de la Cruz”— que siempre se supone que es una referencia a la invención de Santa Elena de la Verdadera Cruz de Jerusalén en los inicios del siglo IV. Si esto es así, daría una fecha aproximada, sea como fuere, de dicha oración. Una referencia mucho más clara la encontramos en la Intercesión, después de la Epíclesis: “Te ofrecemos, Oh Señor, por los santos lugares que has glorificado por la aparición divina de tu Cristo y por la venida de tu Espíritu Santo” (estos son los varios santuarios de Palestina) “especialmente por la santa y gloriosa Sión, madre de todas las Iglesias” (por Sión, en el lenguaje cristiano, entendemos siempre la Iglesia local de Jerusalén. (Véase JERUSALEN) “y por tu Iglesia Santa, Católica y Apostólica dispersa por todo el universo” (kata pasan ten oikoumenen, que siempre podría significar “a través de todo el Imperio”). Esta única referencia, entonces, a la única Iglesia local en toda la liturgia—el hecho de la Intercesión, en la cual se ora por todas las personas y causas, se inicia con la oración por la Iglesia de Jerusalén, es una clara indicación de su lugar de origen.

Tenemos más evidencias en los discursos catequéticos de San Cirilo de Jerusalén. Estos tuvieron lugar alrededor del año 347 o 348 en la Iglesia del Santo Sepulcro; es obvio que éstos describen la liturgia conocida para sus oyentes allí. Probst ha examinado los discursos desde este punto de vista (“Liturgie des IV Jahrhunderts”, Muster, 1893, 82­106) y describe la liturgia que puede deducirse de ellas.

Permitiendo algunas reservas, especialmente en las primeras instrucciones impartidas a los catecúmenos (la disciplina arcani ), y por algunas pequeñas diferencias, como aquellas que el tiempo siempre causa en un rito vivo, es evidente que la liturgia de Cirilo es la que ahora conocemos como la del Apóstol Santiago. Como un ejemplo obvio podríamos citar la descripción de Cirilo del inicio de la Anáfora (correspondiente a nuestro Prefacio). Él menciona el versículo del celebrante, “Demos gracias a Dios” y la respuesta del pueblo, “Es justo y necesario”. Y continúa diciendo: “Después de esto recordamos el cielo, la tierra y el mar, el sol y la luna, las estrellas y toda la creación tanto racional como irracional, los ángeles, arcángeles, poderes, dominaciones y principados y tronos como también los querubines que también proclaman las palabras de David: Aclamemos al Señor. Recordamos también a los serafines, a quienes Isaías vio en espíritu parados alrededor del trono de Dios, quienes con dos alas se cubrían las caras con dos, sus pies y con dos, volaban: y decían: Santo, Santo, Santo es el Señor de los Ejércitos. También decimos estas palabras divinas de los serafines, para así tomar parte en los himnos del Espíritu Santo” (“Catequesis Mistagógicas”, Vol. 6). Esta es una descripción exacta del inicio de la anáfora en la Liturgia del Apóstol Santiago.

Tenemos, así, cierta evidencia que nuestra Liturgia del Apóstol Santiago es el rito local original de Jerusalén. Una pregunta subsiguiente en cuanto a su origen nos conduce a aquélla con relación a la famosa liturgia del octavo libro de las Constituciones Apostólicas. Es obvio que las dos están relacionadas. (La pregunta se debate en la LITURGIA DE ANTIOQUÍA.) También es obvio que el rito según la Constitución Apostólica es más antiguo. El del Apóstol Santiago debe considerarse una versión más reciente, aumentada y expandida. Pero la liturgia de las Constituciones Apostólicas no es de Palestina, sino de Antioquía. (Esto, también, se muestra en el mismo artículo.) El Rito del Apóstol Santiago, entonces, es una adaptación del otro (no necesariamente del mismo que tenemos en las Constituciones Apostólicas, sino más bien del antiguo rito de Siria, (del cual las Constituciones Apostólicas nos ofrecen una versión) hechos para el uso local en Jerusalén. Entonces se extendió por todo el patriarcado. Siempre se debe recordar que, hasta el Concilio de Éfeso (año 431), Jerusalén pertenecía al Patriarcado de Antioquía. De esta manera esta liturgia llegó a Antioquía y reemplazó al antiguo rito de las Constituciones Apostólicas. Adoptado sin ningún cambio en Antioquía (la referencia a la “santa y gloriosa Sión” se mantuvo sin cambio) se impuso con nueva autoridad como el de la Iglesia Patriarcal. Los hallazgos más recientes que poseemos de un Rito de Antioquía demuestran que es el del rito del Apóstol Santiago. No existe ninguna evidencia externa que el rito de la Constitución Apostólica fuese usado en ningún otro lugar es sólo por medio del trabajo mismo que deducimos que es el Sirio y el de Antioquía. Bajo este nuevo nombre de Liturgia de Antioquía, el Rito del Apóstol Santiago fue utilizado en Siria, Palestina y Asia Menor. Cuando Jerusalén vino a ser un patriarcado, mantuvo el mismo uso.

La Liturgia del Apóstol Santiago existe en griego y siríaco. Probablemente fue originalmente utilizada indistintamente en cualquiera de estos idiomas, en griego en las ciudades helénicas, en siríaco en Siria. De la relación de estas dos versiones podemos decir con certeza que la actual versión griega es la más antigua. La liturgia siríaca existente es una traducción del griego. Existen buenas razones para suponer que en Jerusalén, como en todos los otros lugares, el lenguaje litúrgico original fue el griego. Las iglesias cismáticas Monofisitas formadas en los siglos V y VI en Siria, mantuvieron el Rito del Apóstol Santiago en siríaco. Los ortodoxos lo usaron en griego hasta que fuera suplantado por el rito de Constantinopla alrededor del Siglo XII. Actualmente, el antiguo Rito de Jerusalén es usado, en siríaco, por los jacobitas y los sirios unidos también, en versión siríaca modificada, por los maronitas. La versión griega ha sido reemplazada por los ortodoxos en Jerusalén un día al año—el 31 de diciembre.

La Liturgia Divina de Santiago

El “rito de Jerusalén” es la liturgia recogida más antigua de la Cristiandad. Se hizo famosa porque fue el esbozo y el comienzo del desarrollo de varios ritos litúrgicos, especialmente en el Este.

Es originariamente la liturgia local de Jerusalén y no es otra que la celebrada liturgia de Santiago, primer obispo de Jerusalén y “hermano del Señor”.

Evidencia histórica de sus orígenes aparecen hasta en el texto mismo. Por ejemplo, una clara alusión a los santos lugares de Jerusalén aparece después del Epiclesis: “Te ofrecemos oh Señor, por tus Santos Lugares, que glorificaste con las apariciones divinas de tu Cristo y por la venida de tu Espíritu Santo, especialmente para la santa y gloriosa Sión, madre de todas las Iglesias” (Sión en lenguaje cristiano originario, se refería siempre a la Iglesia local de Jerusalén.)

Tenemos evidencias posteriores en los discursos catequéticos de San Cirilo de Jerusalén, que tuvieron lugar sobre el año 348 en la Iglesia del Santo Sepulcro. Es obvio que describen la liturgia como la conocían sus oyentes allí, y es también evidente que la liturgia de Cirilo es la que ahora conocemos como la de Santiago.

La liturgia atribuida a Santiago se expandió por el patriarcado de Jerusalén. (Hay que señalar que hasta el Concilio de Éfeso, Jerusalén pertenecía al patriarcado de Antioquía). De este modo, la liturgia de Santiago se hizo camino en Antioquía y allí desplazó al rito de las Constituciones Apostólicas. Adoptada sin cambios en Antioquía (la alusión local a la “santa y gloriosa Sión” se dejó inalterada) se impuso con la nueva Autóridad, como la liturgia de la Iglesia patriarcal.

Los ortodoxos la utilizaron en Grecia hasta el siglo XII, cuando el rito “hijo”, de Constantinopla, (siendo un desarrollo y consecuencia del rito de Santiago) lo sustituyó.

En el presente, el antiguo Rito de Jerusalén es utilizado en Siria por los Jacobitas y los sirios “de la Unidad” y en un derivado de éste, por los Maronitas. La versión griega ha sido restaurada por los fieles de Jerusalén, para un dia al año, el 31 de diciembre, fiesta de la liturgia divina de Santiago.

Su valor hoy, además del histórico, es la oportunidad que dá a los cristianos modernos de beber y ser formados por la fuente original de la piedad litúrgica, que inspiró, de un punto a otro, todas las sucesivas liturgias.